Ronda vivió anoche una de esas jornadas que quedarán grabadas para siempre en la memoria cofrade. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento celebró su esperada salida extraordinaria con motivo del 25 aniversario de la bendición de su imagen titular, en un recorrido cargado de emoción, fervor y sentido comunitario.
A las ocho de la tarde, las puertas de la iglesia de San Rafael se abrían para dar paso al Señor del Prendimiento, arropado por una multitud entregada y devota. Numerosos niños y mujeres ataviadas con mantilla acompañaban al cortejo, aportando una estampa solemne y tradicional que reforzaba el carácter extraordinario de la procesión.
El recorrido, limitado a la feligresía del barrio de San Cristóbal por indicación eclesiástica, se convirtió en una auténtica manifestación de fe popular. Calles como la Plaza de la Esperanza y la Plaza de San Cristóbal vibraron al paso del Señor, recibiendo a la imagen con respeto, lágrimas contenidas y aplausos sentidos. Vecinos y devotos adornaron balcones y encendieron velas, creando una atmósfera única que engrandeció aún más el evento.
Uno de los momentos más esperados fue el estreno de la marcha «Galeón», interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de Gracia de Carmona, que acompaña habitualmente al Señor cada Domingo de Ramos. La nueva composición, dedicada expresamente a la imagen, emocionó a los presentes y reforzó ese vínculo profundo entre música y devoción.
El cortejo culminó pasadas las doce de la noche en la parroquia de San Cristóbal, donde el barrio acogió a su Señor con una mezcla de recogimiento y alegría. Un final solemne para una noche en la que todo el esfuerzo de la hermandad —como recordaba días antes su hermana mayor, Belén García— cobró sentido: “Lo vivimos como un regalo. Aunque es mucho trabajo, estamos profundamente agradecidos por el apoyo y la implicación de todos”.
Esta salida extraordinaria ha sido el broche de oro a los cultos celebrados en honor al Señor del Prendimiento durante los días previos, un triduo en el que la hermandad hizo hincapié en recordar que la vida cofrade no se entiende sin una profunda vida espiritual. Tal como dijo Belén: “No tiene sentido que el Señor esté acompañado en la calle, pero solo en su altar”.
La ciudad de Ronda respondió a la llamada, demostrando una vez más que las hermandades son el latido vivo de sus barrios, el alma de una tradición que no entiende de tiempo ni de modas. Ayer, San Cristóbal fue testigo de un capítulo histórico que permanecerá en el corazón de todos los que lo vivieron.