Continuamos con este viajero ruso, que tras su largo viaje desde Málaga, finalmente llega a Ronda. “El camino nos parece largo, nada indica que sea muy practicado; caminamos en apariencia al azar y realmente, en esta uniformidad aparente, nuestros guías saben poco más que nosotros. Finalmente oímos una campanilla que indicaba que eran las ocho, y por una transición abrupta entramos en una larga calle de la ciudad que, de repente, aparece tras el desierto, sin previo aviso, casas o villas o barrios o jardines. Esta calle se abre así en la llanura, con sus hermosas casas blancas y limpias, con sus persianas y rejas. Se trata de una calle ancha y recta, horriblemente pavimentada, es cierto, pero bien iluminada. Esto no es todo, en esta calle nos encontramos con una verdadera multitud esperándonos; era un numeroso grupo compacto y ruidoso, compuesto principalmente por hombres y niños. Íbamos dos a la cabeza de nuestra caravana, y, a pesar de los guardias, literalmente estábamos envueltos por esa masa de gente. Los caballos apenas podían moverse y nos sentíamos sufridamente agobiados. Esta difícil locomoción duró un buen cuarto de hora, porque el caminar fue lento. Finalmente, nos vimos obligados a desmontar en la puerta de una casa de buena apariencia, como todas las de este barrio. Las antorchas brillaban en las manos de algunos hombres apuestos. Un poco obstinados, obedecemos; somos conducidos con muchos saludos al patio interior. La casa tenía un aire festivo, todo estaba brillantemente iluminado. Un caballero gordo con un abrigo negro, que portaba una antorcha, no se agotaba en fórmulas corteses: ‘Señores’, dijo, ‘me gustaría, para recibir su grandeza, que mi casa se convirtiera en un palacio’. ‘Pero es un palacio, en verdad’, dijimos sin coqueteo. Después de tanto tiempo en la oscuridad, tanto lujo, tanta brillantez, era deslumbrante. Un buen salón estaba destinado a la comunidad, y todos teníamos habitaciones encantadoras llamados ‘Cuartos muy limpios’.”
Le espera todo un gran recibimiento por parte del Ayuntamiento con un gran gentío que quiere conocer a personas tan ilustres que van acompañadas por una gran escolta, hasta ahora nunca vista para unos viajeros