Programa Nº 91–ETAPA 4 – TRAMO 2–Época Romántica (I)
Restituido como rey Fernando VII en 1814, durante el reinado absolutista, hasta 1833 y la correspondiente represión liberal, tampoco fue un buen periodo para el ‘Campo de San Roque’, debido a su adhesión a la Constitución de Cádiz de 1812, hasta que el rey la jurara en 1820. Después, tras la vuelta al absolutismo, sufriría las represiones de la “ominosa década” (1823‐1833).
Y refiriéndonos a los aspectos románticos, España como ‘sujeto romántico’ alcanzó gran resonancia internacional. Nuestro país se transformó en destino de viajeros en el s.XIX y Gibraltar se convirtió en puerto de llegada o salida de una ingente cantidad de ellos, al igual que Algeciras, aunque en menor escala. Estamos en el territorio más africano de Europa donde el pasado árabe era, y todavía es, perfectamente visible. La tauromaquia, las ruinas de palacios musulmanes, las serranías cuajadas de bandidos, los gitanos y el flamenco pasaron a ser rasgos definitorios de toda la nación española, forjándose la imagen ‘andaluza’ de España en Europa, encarnada en la ‘Carmen de Merimée’ de la Sierra de Gaucín.
El contrabando y bandolerismo, se ejercían al unísono. Al tratarse de actividades delictivas, la filiación y la persecución por las autoridades resultaban idénticas, aunque para el pueblo y los oficiantes eran bien distintas. Incluso muchos de los que terminaron como salteadores (bandoleros), comenzaron sus andanzas practicando el contrabando. El bandolero es ante todo un marginado que se echa al monte –a la sierra– y es evidente además, que la Serranía de Ronda, al norte del Campo de Gibraltar, ha sido el camino natural del contrabando, constituye lo que popularmente se conoce como la ‘Ruta del Matute del Peñón’ o ‘Ruta del Contrabando de Gibraltar’, nuestra Ruta romántica. En este comercio existían tres clases de defraudadores: los comerciantes, los jaramperos y los contrabandistas, que explicaremos su manera de operar.