Una vez pasadas las primeras mocedades de Espinel “su padre, tratando de sacar fruto del talento que precozmente revelara, pusiérale al cinto una espada de Bilbao, en la maleta un ferreruelo de veintidoseno de veinte ducados, y con su bendición y lo que pudo, que no debió de ser mucho, enviárale con un arriero a Salamanca, donde se hiciera famoso en los estudios”. Su padre no le pudo dar más, porque la situación económica de la familia no era buena.
La salida de Espinel de Ronda hacia la Universidad maestra, en 1570, coincidió con el segundo levantamiento de los moriscos de la Serranía, como ya indicamos, y los alistamientos y la leva de hombres desde los 18 hasta los 30 años, que juntó para calmar a los moriscos el duque de Arcos, don Rodrigo Ponce de León; de este deber sólo estaban exentas las gentes de iglesia y los estudiantes, como fue el caso de nuestro joven prometedor.
Ese año coincide también con la visita, durante los meses de febrero a abril, del rey Felipe II a Córdoba, donde se celebraron las Cortes Generales del Reino, con motivo precisamente de la Rebelión de los Moriscos. No sabemos si Espinel, acompañados. por arrieros de Málaga y Córdoba, y atravesando los despoblados interminables de Sierra Morena y la Hinojosa hasta llegar a Salamanca, combinaría en su trayecto con el rey, nada se dice al respecto.
Felipe II había promulgado la Pragmática Sanción de 1567, también llamada Pragmática antimorisca, que prohibía a los moriscos que habitaban en el reino a utilizar el árabe, a celebrar los viernes, y los obligaba a llevar la vestimenta típica castellana, entre otras normas. Estas leyes desencadenaron la Rebelión de las Alpujarras en 1568, liderada por Abén Humeya que se decía descendiente de los Omeyas, y contando con ayuda del norte de África. A esta rebelión se sumaría también la Serranía de Ronda. Es por lo que Felipe II decidió trasladar las Cortes Generales a Córdoba para llevar los asuntos de guerra de manera más cercana a su epicentro.