Como venimos contado, las referencias más claras, casi las únicas, que tenemos de sus primeros 20 años de vida, probablemente en Ronda, las tenemos en su autobiografía novelada o novela autobiográfica “Relaciones del Escudero Marcos de Obregón”, que escribe un Espinel ya anciano, donde rememora la naturaleza de la región de Ronda y las proximidades de Málaga que formaron parte de su infancia, adolescencia y juventud, aunque tengamos pocos datos para aseverar esto.
Espinel en esta obra, como nos dice Mª Soledad Carrasco Urgoiti, inserta viñetas en las que cobra vida la fauna de la región, así como esbozos de su paisaje, llenos de vigor y frescura, que son algo nuevo en el arte de novelar. También tiene en cuenta la arqueología de estos contornos y recuerda su historia y sus leyendas. Algunas de éstas se remontan a la época romana: otras se refieren al tiempo de la dominación árabe y hacen honor a los sufrimientos de los cristianos cautivos; no falta alguna de fecha contemporánea, como la del cabrero moro que deja sin agua un pueblo, desviando desde su nacimiento el curso del arroyo que lo riega. Es característico que Marcos no especifique cuándo ocurrió esta anécdota, aunque da el nombre del caballero de Ronda que se la contó, pero nuestro historiador local, Juan José Moreti, que también la recoge, atribuye el hecho a un bandolero morisco.
Una de las características de esta obra de Espinel es exponer la trayectoria vital del protagonista, su alter ego, y lo hace siguiendo la técnica de la confidencia hablada a través de cuentos folklóricos o cuentecillos de tradición oral.Recordamos que en esta época de su juventud la sociedad de Ronda y la Serranía estaba regida por la difícil convivencia entre moriscos (cristianos nuevos, pero rondeños viejos) y castellanos repobladores (cristianos viejos pero rondeños nuevos), y por tanto muchos de estos cuentecillos tienen un origen morisco, que Espinel conscientemente esconde,