En el anterior episodio el autor de este relato comienza a contarnos su experiencia como espectador en una corrida de toros en Ronda, durante su famosa feria de mayo, y nos sigue hablando sobre lo que veía y las sensaciones que tal bárbaro espectáculo le producía.
Después de los tres días de corridas y festejos taurinos, a los que asiste, se dedica a pasear por Ronda. Visita la Iglesia Mayor, la Casa del Rey Moro y baja las escaleras de la Mina Secreta de Ronda. Finalmente, en el palacio del Marqués de Salvatierra, asiste a una fiesta flamenca protagonizada por una familia de gitanos, que no le gusta mucho. “No me llamó mucho la atención lo que presencié de esta gente, pero sí lo que vi de las señoritas españolas. Sus maneras son vivas, sin afectación y agradables. La noche siguiente, fuimos a una fiesta que se les daba a algunos oficiales de otro regimiento. Aquí, de nuevo, tuve oportunidad de comprobar las costumbres de las damas españolas, muy placenteras por cierto”.